domingo, 24 de agosto de 2008

ignorancia religiosa

Ese día yo salí apurado de mi casa, sin intenciones de conocer otras culturas, tenía que regresar a mi casa para terminar un trabajo. No podía permitirme nada que me distraiga. “¿Vamos a hacer Mahikari con Casu?“ Dijo Granda.
No lo pensé dos veces. “Vamos”

Casu ya me había hablado de ese templo de los Mahikari, el que está por el touring, el de la casa con techito japonés, que él había ido, que te tienes que quitar los zapatos antes de entrar, que te cantan en japonés, que te hacen imposición de manos, que te relaja, que sales volando en una nube.

Camino al templo me importaron tres pitos mi trabajo. Recordé que tienes que quitarte los zapatos antes de entrar. Tuve un flashback de mi pie y luego recordé que con el apuro al salir de mi casa, había cogido la única media que vi en mi cajón. Una con un hueco espectacular. Tuvimos que hacer una parada en Plaza Vea. Y yo tan precavido compré tres pares de medias (que listo que soy, dije yo) y al ponérmelas me di cuenta que tanto como precavido era distraído. Tenía en mi poder una media con hueco y seis que no me quedaban. La media con las justas daba la vuelta al pie, así que la estiré tanto como pude para que decentemente me lleguen abajo del tobillo.

Ya en el templo empezaron los rituales, caminar sobre una larga alfombra roja hacia un altar con la estatuilla de algún dios que no me acuerdo, debe ser buda me imagino. Hacer no sé cuantas venias y no sé cuantos aplausos. El salón estaba lleno de gente sobre colchonetas, echados o sentados y gente diciendo cosas en japonés. Luego de una venia, nuestro guía dijo: “hagan su oración personal a dios” y yo pensé: “¿a qué dios?” “pero yo soy agnóstico” “¿en qué dios cree esta gente?” “¿cuántos brazos tendrá su dios?” “¿su dios será humano o animal?” “Mejor me limito a imitar los movimientos del guía”.

Luego de faltarle el respeto a su dios con mis preguntas, cada uno fue con un guía personal.Me hizo hacer más venias y más aplausos. Me dijo: “yo te voy a decir: permíteme entregarte el okiome y tú me vas a decir: permíteme recibir el okiome” y yo pensé: “¿¿¿el quéeeee???” y dije: “¡ya!”. No sé que me llevó a decir “ya”, el decir “ya” me distrajo de toda la concentración que había acumulado para acordarme de esa palabra que simplemente ya se había borrado de mi recuerdo. “No importa” pensé, cuando él me diga su frase, me acordaré de la palabra. “Permíteme entregarte el okiome” me dijo. Y yo pensé: “¿¿¿el quéeeee??” y cuando ya estaba listo para decirle que me permita recibir el harakiri, el origami o el pikachú, el repitió conmigo las palabras: “permíteme recibir el okiome”. Uf!

Ahora me encontraba arrodillado en una posición tan incómoda como anatómicamente inaceptable y con los ojos cerrados. “Debes permanecer así y sin moverte durante diez minutos” Me dijo el guía. “¿Perdón?” Pensé yo, pero dije: “Ya, no hay problema” ¡Imbécil de mí!

Yo sabía que el guía iba a orar en japonés. Me acuerdo que en el catolicismo que me enseñaron en el colegio se oraba en bajito, uno metidito en su oración y nadie se enteraba. Pero el guía empezó a gritar como si Perú estuviera en la final! Realmente no me esperé este griterío. ¿Mencione que la oración era en japonés? Tal fue mi espanto ante la sorpresa y el descomprendimiento verbal que por un segundo quise abrir los ojos y salir corriendo. Qué pasa si está diciendo algo como “¡Corran todos! ¡Se acaba el mundo!” o “¡Sálvese quien pueda! ¡Se nos vienen los chilenos!” o “¡Ya lo tenemos! ¡Apanado a Sandro!” Pero me acorde que dijo antes: “no te muevas por diez minutos”. Así que decidí hacerle caso a un idioma que si conocía.

Luego de cuatro minutos ya estaba pensando: “¿quién me manda a recibir el okiome?” “¿podre soportar los seis minutos que quedan?”“Abre los ojos” me dijo. Habían pasado ya los diez minutos y yo había encontrado un nuevo adjetivo para el tiempo: “dolor”

“Ahora voltéate mirando hacia el otro lado y no te muevas diez minutos más” me dijo. Le lancé una sonrisita como esas que dicen: “que feo tu chongo” y esperas a que te digan: “mentira”.Y bueno no era broma. “Ya, está bien” dije mientras me volteaba.

Cada minuto era más doloroso que el anterior. Tenía dolores en los dolores. Y si Aladino hubiera estado en ese momento en mi situación, se hubiera arrepentido de liberar al genio y no desear morir en ese momento.

“Abre los ojos” me dijo. “Si me condenas diez minutos más en esa posición te juro que me paro y me voy” Pensé. Claro, lo pensé. Porque si me lo hubiera dicho, yo le hubiera contestado “ya, no hay problema”

“Ahora échate” me dijo. En el acto le perdoné esos eternos veinte minutos a su dios, así tenga 17 brazos y sea un búho, lo perdoné. Me eché boca abajo y me dormí.

“Listo, terminamos” me dijo mientras me daba una palmadita en la espalda. Desperté y me encontré babeando con el clásico “slurp” de la siestecita de la tarde.

Me levanté torpemente y mis pasos eran ahora más suaves, como volando sobre una nube.

domingo, 3 de agosto de 2008

Gallito Negro

Muchas veces en mi vida me he despertado en medio de la noche, pero nunca así.

Yo no sufro de insomnio, ni tengo problemas para dormir, simplemente duermo y ya. Los problemas los tengo a la hora de levantarme, sea la hora que sea, si es que algún factor externo ha intervenido en eso.
Entiéndase por “factor externo” a todo aquello que irrumpe en mi sueño y me arranca de los brazos de Morfeo con la furia del dragón sin antes consultarlo con los dioses.

La vida me acostumbró a despertarme en situaciones ajenas a mis deseos de hacerlo. Estos factores pueden ser:
Despertador: ese inquieto aparatito expendedor de bulla. Sé que solo basta apretar un botón para que vuelva a su función de ser inanimado.
Alguna llamada de Eduardo: sé que me llama solo para despertarme. Basta con apretar el botón rojo.
Calambre en la pantorrilla: es horrible despertarse así a mitad de la noche, pero nada más bastan unas estiradas y vuelvo a dormir en el instante.
Dolor de estómago: o huacha floja, la más horrible de todas, la cual me aguanto a más no poder hasta que abro los ojos y ya estoy en el baño, parpadeo y nuevamente estoy dormido en mi cama.
Pesadilla: estas obras de demonio, normalmente abro los ojos, miro bien a todos lados, me aseguro de que no esté el cuco y sigo durmiendo.
Temblor: me despierto pero jamás me levanto hasta escuchar a las paredes decir: “¡me caigoooooo!”
Como ven tengo todo previsto para cada situación externa que cause mi regreso momentáneo a este mundo. Es por costumbre. Pero la vida no te prepara para algunas ocasiones. Sobre todo en la que estuve envuelto esa noche.

Esa noche todo era paz. Nada había perturbado mi mundo de fantasías. Dormía yo placenteramente, regocijándome entre sabanas blancas como nubes de algodón (mentira, estaba en mi cama), cuando escucho un PLAF! contra las lunas de mi balcón, seguido de un CO-COOO! O sea… que mierda fue eso? Me demoré un poco en entender que el “CO-COO!” había sido un cacareo. Eran las 5 de la mañana y un gallo había caído a mi balcón! Fue lo primero que se me vino a la mente. Me levante despacito y abrí las cortinas muy cautelosamente para ver qué pasaba. Lo vi, me vio, dije AHH! Y dijo CO-COO! Y aleteo torpemente pegándose al vidrio. Y si, había un gallo en mi balcón.

Nunca había visto uno tan espeluznante como ese, en ese momento, habiendo sido asaltado de mi sueño, con mi todavía poca reacción y comprensión al mundo real, un gallo negro medio desplumado, medio calavérico, aleteando y gritando CO-COO, fue para mí el vivo retrato de Satán calato. No estaba preparado para eso. Así que retrocedí unos pasos. Tome aire, me armé de valor y decidí enfrentarme a la bestia. Abrí el balcón y salí. Me vio y tras un nuevo y escalofriante CO-COO! Y un inútil aleteo se escondió tras una maceta. ¡Me tenía miedo! Yo llevaba la ventaja y a pesar de eso, solo atiné a hacer ademanes con la mano y a decir “Shú!! Shú!!” De más está decir que no se inmutó. Había llegado la hora de un plan B. Así que traje la escoba. Con ésta le hice ademanes de ataque y repetía la frase de mis ancestros: “Shú!! Shú!!” Se espantó con mi poderoso ataque. Le ofrecí mi piedad y sin pensarlo dos veces se lanzó al vacío y
voló. Si, voló. Hasta donde yo sabía, esos bichos no vuelan. Pero creo que éste estaba poseído. Apenas lo perdí de vista cerré mi balcón y regrese a dormir.
.

Siempre me pregunte de donde habría venido y hacia donde se habría ido. Pero nunca lo supe. Solo Dios sabe para que manda a esos bichos a despertar a uno. La próxima vez ya estaré preparado para un siniestro de tal magnitud.

viernes, 1 de agosto de 2008

Quality

Siempre he querido hacerme la vida más fácil.

Muchas veces me he quedado prendido de la tele viendo muchas cosas y creo que así como veo todos los capítulos de los simpson, he visto todos los capítulos de todas las temporadas de los quality products. Esta especie de comercial-serie-largometraje-maratón-de-temporada es tan hipnotizante como sorprendente.

Para empezar, nunca se sabe cuándo termina uno y empieza otro (si es que empieza otro).
De otro modo el mismo comercial se repite una y otra vez hasta que queda inmortalizado en tu subconsciente causándote atrofias en la memoria. Más o menos siguen la misma lógica que usan los teletubbies.

En la clásica comparación entre el antes y el después, el antes es exageradamente cavernícola y el después es extremadamente perfecto. Ni siquiera una persona con minusvalía cerebral podría ser tan cojuda como para ejecutar tan mal una tarea tan fácil.La comparación es equivalente a una persona limpiándose el culo con vidrio molido contra una limpiándose con la nube donde duerme dios cuando sueña nuevas creaciones para la naturaleza. No es creíble, pero te la crees. Más o menos la misma lógica que usa Criss Angel.

Hay productos que jamás, pero jamás pensaríamos que existirían. Que a simple vista parecen tan inservibles como los que tenemos en casa, sólo que son mejores, miles de veces mejores! Cualquier cosa que tengas en tu casa es tan inútil como la ropita que te guardaron cuando eras bebito. Y probablemente si quality products vendiera la ropa de cuando eras bebito, ésta te quedaría todavía, te serviría de faja, tonificaría tus músculos y te quitaría el vello de la piel sin dolor y para siempre.
Todo lo que venden, es mejor de lo que tienes. Siempre. Si por alguna razón vendieran mamás, cualquiera pensaría: “mi mamá es mejor que esa”, pero no. Si vendieran calculadoras, éstas tendrían internet, si vendieran limones, éstos tendrían 1 Giga de memoria, si vendieran piedras, tendrían alma, si vendieran droga, sería legal en todos los planetas, si vendieran comida, ésta ya estaría en tu sistema digestivo y si vendieran bebidas alcohólicas, ya estarías borracho.

Los productos que tienen son realmente mágicos y casi bíblicos. Con una sola máquina trabajas todos los músculos de tu cuerpo (hasta los que no existen) en tres minutos, luego la doblas y la guardas en tu bolsillo. Con otro aparato que mide cinco centímetros, puedes lavar, pelar, picar y cocinar lo que te dé la gana. Con otro dispositivo puedes escuchar a un águila aleteando, antes que ésta te escuche a 80 kilómetros.

Yo nunca he comprado algo ahí, porque de hecho, que pendejos! es carazo! Y siempre quieren venderte dos y te regalan un cuchillo cortatodo, una crema de baba de caracol y no sé qué más. Admito que sí me gustaría tenerlos todos, me simplificarían la vida jodidamente, bueno, no es que tenga una vida complicada, pero que fácil seria levantarme un día normal a las 9:00 de la mañana, preparar el desayuno, limpiar mi casa, hacer ejercicios, lavar y planchar mi ropa, bañarme, preparar el almuerzo, lavar los platos, ver tele, cocinar la cena, acostarme y darme cuenta de que solo han pasado cuatro minutos y son las 9:04 de la mañana.

¿Y qué carajo haría en lo que queda del día?
Probablemente nada.Igual no los compraría. No me llaman tanto la atención. Además ni tendría tiempo de usar esas cosas.
Mentira, las quiero todas. T_T