domingo, 30 de septiembre de 2007

Historia de un necio

Dedicado a la necedad de armando.

Hasta ayer, como que me resistía un poco a escribir sobre el lunes necio de Armando, pero ya no es solo la historia de ese lunes; ayer, por primera vez, le tuve un poquito de respeto (lo admito).

El día siguiente al terremoto, nos fuimos a chupar al tayta con la gente de la chamba, dejamos los carros en el parque Kennedy y caminábamos por Larco hacia el local. Todo lima seguía hablando del terremoto como si hubiera terminado hace 5 minutos, ¿y viste las luces?, ¿viste como se movían los postes? ¡Y las lunas! ¿Viste como temblaban las lunas? Si! Todos vimos y todos sabemos lo que paso, pero sin embargo no hay otro tema de conversación, hasta que Casu impuso el reto.
-Te doy un sol si gritas: ¡TERREMOTOOOOOO!
-¡Ala mierda! ¡Ni cagando! ¡Jódete! Tú hazlo
-Asu, no.
O sea, solo imagínense el roche, en plena avenida Larco a las 8 de la noche, repleta de gente todavía frikeada, seguían apareciendo muertos en todos lados, habían replicas a cada rato, tendría uno que ser realmente estúpido, un conchudo faltante de tino, carente de vergüenza y llevar la inoportunidad consigo para gritar “terremoto” en ese momento o simplemente ser necio.
-¡Yo lo hago!
Solo alguien con la necedad hecha Armando podría hacerlo.
- ¡¡¡¡TERREMOTOOOOOOO!!!! – gritó –
Lo que siguió a eso fue la vergüenza ajena de todos los del grupo, caminando cada vez más rápido para evitar que nos vea la gente que a todo esto, no se inmutó.

Pero claro, no es raro cuando eres una persona necia, una persona que se acuesta temprano un domingo, se despierta a las cuatro de la mañana y en lugar de seguir durmiendo, entra al Messenger y se pone a ver Caballeros del Zodiaco en youtube. Algo importante que mencionar es que busca los capítulos de la saga de Asgard, de hace como 10 años.

-¿Armando, por favor, puedes limpiarme el espejo retrovisor de tu lado?
Íbamos a Miraflores en el carro de Casu ese lunes. Yo iba atrás. Siempre vamos con las lunas cerradas porque nos llega al pincho el ruido de la calle.
-Armando, si quieres puedes abrir más la ventana para que puedas limpiar mejor.
Esa frase lo dijo todo, pero tenía que complementar mi imaginación con la realidad. Ambas coincidieron. Armando había abierto un espacio tan ridículo en la ventana que su brazo pasaba arañándose, tenía que levantarse del asiento y doblar el brazo logrando una desarmonía corporal inigualable para poder alcanzar el espejo. El cage de risa fue demasiado. ¿Por qué no abrió toda la ventana? Según él, estaba cómodo. ¿Cómo se puede estar cómodo en esa posición? Solo él lo sabe.

- ¿Cuánto está la canchita?
Estábamos hueviando en el parque Kennedy y Armando se acercó a uno de los puestos de palomitas de maíz (ja) mientras yo y Casu compartíamos un sándwich de pavo.
-Hay de un sol cincuenta, de dos soles y de dos cincuenta.
Yo nunca vi a la señora que atendía, se me escondía entre el techo de su kiosco y sus carteles anunciando su producto, solo la escuchaba.
-Ah ya, me da una de un sol por favor.
O sea, lo que dijo la señora estaba clarísimo, nunca dijo que había canchita de un sol, ¿Por qué pidió de un sol?
- No hay de un sol joven, hay de un sol cincuenta, de dos soles y de dos cincuenta.
La señora tuvo que repetir todos sus precios, son solo tres precios, ¿cómo pudo hueviarse? Tres simples precios, ni que hubiera dicho: hay de tres-punto-catorce chelines, de sesenta-y-tres con doce rupias y de ochenta-y-ocho-punto-ochenta-y-ocho quetzales. O sea, ¡así si te hueveas!
- Ah ya, me da una de un sol.
¿Otra vez? ¿Se puede ser tan necio? ¡Broder te acaban de repetir los precios! ¿Cómo te puedes hueviar así? Pero al ver nuestras miradas sobre él y antes que la señora pueda decir por tercera vez sus precios, agregó:
-¡Cincuenta!

El día en que lo respete un poquito, estábamos en el Sargento, ni Casu ni Daniela aceptaron mi reto. Estábamos en plena canción de Rage Against the Machine y en la mesa del costado había un grupo de gente del cual se levantó un broder jodidamente euforiquísimo a saltar y mover la cabeza de arriba abajo, agitadísimo, gritando “aaaah” sin siquiera seguir el rito de la música. Entonces reté a Daniela.
-Te doy un sol si vas y le preguntas porque hace eso.
-Noooo, estás loco.
Entonces reté a Casu.
-Asu no hay forma de que lo haga.
En realidad no había forma de que alguien lo haga, o sea, no interrumpes a un broder que está ofreciendo su máxima expresión de vergüenza, haciendo el ridículo delante de todos para hacer un roche aun mayor deteniéndolo para preguntarle:”oye, ¿Por qué haces eso?”-¡Yo lo hago!Armando solito se ofreció. Se levantó, caminó hacia el broder, lo detuvo de su danza posesa agarrándolo de los hombros y le dijo:
-¡Oye! ¿Por qué haces eso?
El tipo este obviamente no entendía lo que pasaba.
-¡Aaaah! – Gritó agitando la cabeza– ¿te conozco?
-No, yo tampoco te conozco, ¿Por qué haces eso?
-No sé. ¡Aaaah! – Gritó de nuevo y volvió a saltar dando vueltas–
Nuevamente nos invadió en la vergüenza ajena. No podíamos creer que lo haya hecho, nos queríamos ir. Luego de esto, lo único que quería hacer era escribir sobre esto, a ver si alguien me puede responder ¿por qué es tan necio armando?


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